Reflexiones feministas de mujeres migrantes Mexicanas en España.

Nací con una maravillosa vulva y todo lo que conlleva. Todo lo que conlleva es muy general así que trataré de explicarme. Desde hace unos años puedo decir de manera genuina que verdaderamente me agrado, me gusto y me encanta tener este maravilloso aparato reproductor con el que nací. Este útero que cada mes me avisa que no hubo fertilización y por consiguiente decide que quizá debo de sufrir (un poquitín) por no poblar más este planeta. Es broma, no me hace sufrir mi cuerpo, ya no. Y ya que no se nace mujer, se llega a serlo (gracias Simone de Beauvoir) es cuando me di cuenta que el patriarcado capitalista supremacista blanco (gracias bellhooks) es el que me hizo sentirme incomoda, inapropiada y dejar de ser dueña de mi propio cuerpo y hasta de mis pensamientos.

Me he dado cuenta que por solo el hecho de nacer con vulva, que ser mujer (porque no soy persona con vulva como ahora nos lo quieren hacer ver esa sociedad) significa opresión y discriminación. Pero como no es suficiente en este coctel, la interseccionalidad (gracias Kimberlé Crenshaw) me hizo darme cuenta que por ser inmigrante y no ser blanca como en los comerciales de cualquier marca (entre mucha cosas más) se me discrimina y oprime aún más. Es complicado ser mujer en estos tiempos, es transgresor y la sola ternura y la sororidad ya son revolucionarios.

El conocimiento y la educación son más importantes que nunca, queremos vivir cómodamente, y la píldora azul es cada vez más popular.

Cuando te pones las gafas violetas y observas el mundo, vivir es como ir a un bar estando sobrio mientras todos están ebrios y felices mientras arrastran las palabras y se creen su propia luz de gas.

No se puede vivir cegada: incluir a los hombres y hasta el sartén y la bicicleta en el feminismo por querer complacer (sobre todo a los hombres).

No se puede vivir plenamente creyendo el adoctrinamiento impuesto por esta sociedad que antes mencioné.

Yo no quiero vivir siendo una ciudadana de segunda clase por ser mujer o por la razón que sea. No quiero que se roben mi voz ni vivir en las sombras para no incomodar ni tampoco hacerme luz de gas para no morir del coraje de las violencias perpetradas a las mujeres solo por ser mujeres.

No me tiene que explicar nadie y menos un hombre (gracias Rebeca Solnit) que es ser mujer. Ni yo estoy segura, pero de lo que sí estoy segura es que yo lo elijo, y cada una de nosotras lo elige. No significa usar labial ni tacones (pero si te gusta, es genial, solo hay que cuestionarse el porqué, de ahí va el feminismo) y mucho menos complacer a todos antes que a una misma. Toda esa ternura, todo ese amor y toda esa tolerancia que le tenemos a los narcisistas, psicópatas y personas tóxicas en general (sobre todo a los hombres) debe ser proyectada hacia nosotras mismas primero y después a aquellos que amemos y nos amen de la manera en que necesitamos.

Muchas mujeres pavimentaron el camino que hoy nosotras seguimos para darnos por vencidas ahora. No tenemos que ceder nuestros derechos para agradar, no tenemos que recoger migajas de amor para ser agradables, no tenemos que hacer nada que a nosotras no nos haga felices.

Ser mujer no debe de ser sinónimo de sufrimiento impuesto y autoimpuesto.

 

No somos putas ni somos santas, no caigamos en una dicotomía impuesta por un hombre que le aterraba tanto el placer femenino que canceló el clítoris. Somos mujeres y tenemos muchas dimensiones, las que sean necesarias. A los hombres se les da el derecho de ser tratados como humanos solo por nacer, nosotras aún tenemos que pelear por ello.

Yo creo que deberíamos de tomar la píldora roja. Yo creo que todas nosotras deberíamos de tener una habitación propia (gracias Virginia Woolf). Y también creo que deberíamos de dejar la vergüenza atrás, dejar de ceder nuestra propia identidad y hasta nuestra propia vida para que la sociedad nos apruebe. Ser mujer no debería de ser un crimen, y mientras sigamos el adoctrinamiento y no nos cuestionemos, las cosas no podrán mejorar.

Me rehuso a ser borrada, mancillada, cancelada, callada o violada solo por ser mujer y espero que todas nosotras podamos entender que para vivir no se tiene que servir al hombre más que a una misma.

Sam Sampers. Dibujante. Migrante Mexicana.

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ilustración de Sam Sampers.