Para muchas mujeres que migramos a España, este cambio puede estar lleno de retos y emociones intensas. En los últimos años se ha popularizado el término «duelo migratorio» para describirlo. Sin embargo, debemos analizar este concepto, qué significa y si es adecuado, o si puede llevarnos a una interpretación más bien poco útil e impráctica para nuestro proceso migratorio.
Migrar es un cambio, no una pérdida definitiva.
El duelo se refiere a la pérdida de algo que no se puede recuperar, como la muerte de un ser querido o la desaparición de un lugar al que no podemos regresar. Migrar, por difícil que sea, no implica una pérdida definitiva y que debamos equiparar a la muerte. Podemos seguir conectadas con nuestro país de origen, salvo casos excepcionales dentro de nuestra comunidad y tipo de migración. Aunque enfrentemos nostalgia o momentos de soledad, la posibilidad de regresar generalmente está ahí. Hablar de «duelo» en este contexto es impreciso y puede generar confusión.
Elevación de los Sentimientos en el Proceso Migratorio
Asignar una importancia extrema a cada emoción o experiencia en la migración puede llevar a una percepción distorsionada de la realidad, exagerando las dificultades y reduciendo la confianza en la propia capacidad de adaptación. Cuando usamos términos como «duelo» para describir cualquier desafío migratorio, caemos en una dramatización emocional que equipara cualquier cambio a una pérdida traumática, sin considerar la intensidad real de cada experiencia. Este enfoque puede crear una narrativa de incapacidad, en lugar de ver la migración como una oportunidad para crecer y adaptarse en un nuevo entorno.
Los cambios en la vida pueden variar en su impacto emocional y no siempre desencadenan un duelo profundo
Migrar es un proceso de cambio y adaptación, y aunque las emociones que acompañan este proceso son válidas y reales, no deberíamos confundirlas con la pérdida irrecuperable que caracteriza a un duelo verdadero. Este enfoque erróneo puede impedirnos reconocer las posibilidades de crecimiento y aprendizaje que vienen con la migración.
El riesgo de trivializar el duelo real
Cuando utilizamos la palabra «duelo» para describir los retos de la migración, corremos el riesgo de trivializar las experiencias de quienes realmente enfrentan pérdidas irreparables. Perder a seres queridos o pasar por situaciones traumáticas que comprenden la profundidad de un duelo real. Equiparar este dolor con las emociones que acompañan un cambio voluntario, como el de mudarse a otro país, puede minimizar la gravedad del duelo verdadero y desdibujar la diferencia entre una pérdida y un cambio.
Las emociones normales no deben sobredimensionarse
Durante la migración es natural sentir tristeza, ansiedad, miedo o incertidumbre. Sin embargo, estas emociones no necesariamente requieren una intervención psicológica, ni deberían ser etiquetadas de manera exagerada. Sobredimensionar estas reacciones normales podría hacernos sentir que estamos fallando o que nuestras emociones son anormales, cuando en realidad forman parte del proceso natural de adaptación a un nuevo entorno.
Es fundamental recordar que estas emociones no nos definen ni son permanentes. A medida que nos integramos y construimos nuevas redes de apoyo, muchas de estas sensaciones pueden transformarse en sentimientos de fortaleza y resiliencia.
El concepto de duelo migratorio puede generar parálisis emocional
Describir la migración como un duelo puede llevarnos a una mentalidad de «victimización» o estancamiento emocional, haciéndonos sentir que hemos perdido algo irrecuperable. Este enfoque puede paralizarnos, impidiendo que enfrentemos los retos con una actitud activa y responsable. La migración, con todos sus desafíos, es un proceso que nos ofrece oportunidades de desarrollo, siempre y cuando nos acerquemos a él con una mentalidad abierta y positiva.
La simplificación de las experiencias estructurales
Los retos más grandes a los que nos enfrentamos como migrantes son sociales y estructurales: exclusión, racismo, barreras económicas o dificultades legales. En lugar de solo centrarnos en una interpretación emocional de la migración como duelo, es importante reconocer estas realidades y luchar por alcanazar los derechos que nos ofrece como ciudadanas el país de acogida. Si reducimos la migración a una cuestión meramente en emociones, corremos el riesgo de desviar la atención de las verdaderas dificultades que debemos enfrentar como comunidad migrante.
Los problemas estructurales no se solucionan con enfoques emocionales.
Migración voluntaria vs. migración forzada
Es esencial reconocer que no todas las experiencias migratorias son iguales. No es lo mismo migrar por elección, ya sea por estudios, trabajo o amor, que hacerlo por necesidad, como es el caso de los refugiados, desplazados por guerras o miembros de diásporas que han perdido su territorio. Las personas que migran forzadamente sí enfrentan una pérdida real e irreparable, lo que puede ser verdaderamente comparable a un duelo, ejemplo: perderlo todo, no ser recibido por nungún país de acogida, ser víctima de trata en el proceso migratorio, etc.Sin embargo, es distinta la experiencia de una mujer que, como muchas de nosotras, eligimos migrar por motivos profesionales o personales. Aunque podamos experimentar emociones intensas, no estamos enfrentando la misma magnitud de pérdida. Confundir ambas experiencias bajo el mismo término de «duelo» no solo es inexacto, sino que también minimiza el sufrimiento de quienes han vivido situaciones mucho más traumáticas.
Un enfoque más adecuado: estrés o bien estrés migratorio.
En lugar de hablar de «duelo migratorio», resulta más útil y preciso referirse al estrés. Este término reconoce las dificultades y tensiones que enfrentamos al adaptarnos a un nuevo país, sin asociarlo a una pérdida irreparable. Aceptar este enfoque nos permite ver que, aunque el proceso migratorio trae retos, también ofrece oportunidades importantes, especialmente para nosotras. Por ejemplo, una de las mejoras más notables es la mayor seguridad en las calles, en comparación con algunas regiones de México. Poder caminar sin temor a la violencia o al acoso es un cambio significativo en la calidad de vida. Además, en España existe una mayor cobertura de ayuda social, apoyo en situaciones de desempleo. Asimismo, hay una mejora en los derechos laborales, con mejores condiciones laborales, vacaciones extensas, pensiones.
No todo son ventajas, y sabemos que hay obstáculos, como la distancia de la familia o la adaptación a nuevas costumbres. Sin embargo, reconocer que algunos aspectos prioritarios mejoran de manera sustancial nos ayuda a valorar el proceso migratorio desde una perspectiva más positiva y activa.
La importancia de una actitud abierta en el proceso migratorio
Durante la adaptación a un nuevo país, podemos caer en comparaciones negativas que no toman en cuenta las particularidades del nuevo contexto. Lo que viene siendo una mala actitud. Fijarse en aspectos superficiales o esperar que todo funcione como en el país de origen puede añadir dificultades innecesarias, generando frustración y obstaculizando el proceso migratorio. Por ejemplo, negarse a usar el transporte público solo porque en el país de origen no era parte de nuestra rutina limita las opciones de movilidad y puede aumentar los costos innecesariamente. Al abordar estas diferencias con una actitud receptiva y constructiva, evitamos el desgaste que trae ver todo de forma negativa. En cambio, al apreciar las ventajas y adaptarnos a las particularidades del nuevo entorno, la experiencia migratoria se enriquece, favoreciendo una integración más saludable.
Recomendación final
Si después de leer esta reflexión sientes que tu situación emocional está en riesgo, recuerda que en España existen instituciones y recursos para brindarte ayuda. Puedes dirigirte a tu médico de cabecera para recibir orientación. Si eres estudiante, el seguro médico generalmente incluye asistencia psicológica, y muchas universidades cuentan con servicios de apoyo para estudiantes internacionales.
En situaciones de crisis, puedes contactar al Teléfono de la Esperanza, (717 003 717) que ofrece asistencia emocional, o a Cruz Roja Española (900 107 917), especializada en atención psicológica urgente. También puedes acceder a recursos en línea como el portal de emergencias del Ministerio de Sanidad , donde encontrarás información sobre servicios de atención en salud mental en todo el país. Puedes acercarte a la Embajada de México en España para recibir apoyo y asesoría.
Finalmente, si estás considerando migrar, es recomendable evaluar tu estado emocional y psicológico antes de tomar la decisión. La experiencia migratoria puede intensificar ciertas emociones y enfrentar problemas de adaptación en otro país puede complicar una situación emocional previa. Si detectas que tu bienestar emocional podría verse afectado por la migración, buscar apoyo psicológico antes de partir puede ayudarte a tomar decisiones más informadas y a contar con herramientas para gestionar mejor el proceso.